Las cosas del comer y del beber
Bodega El Capricho
El Capricho es el templo de la
carne, un restauran que por su calidad y compromiso, todo gastrónomo que se
precie debe visitar
“No hay un bistec feliz sin vaca feliz”, dice su propietario, José Gordón.
Este lugar es un auténtico
templo. Carne de ternera, de vaca y, sobre todo, de buey, es lo que trae a gourmets de medio mundo hasta este
pequeño rincón de España para satisfacer sus ansias devoradoras. Hasta allí
llegan devotos carnívoros procedentes de los más distantes lugares, desde
Estados Unidos, Australia y Singapur hasta Afganistán, México y Venezuela.
Su enorme éxito comenzó hace pocos años, cuando los gurús del periodismo
gastronómico reconocieron a El Capricho como uno de los mejores lugares del
mundo donde degustar carne de buey. Desde entonces, su fama ha ido en aumento.
El restaurante está situado en el interior de una bodega, que los lugareños llaman cueva, en la localidad de Jiménez de Jamúz, en la provincia española de León. Su entrada está flanqueada por montes de encinas y, como fondo, una sierra verde de pinos que hacen de sus alrededores el paisaje ideal. A lo largo de los siglos han pasado por la zona, dejando racimos de sus vidas y su cultura, astures, romanos, visigodos y mozárabes.
El restaurante está situado en el interior de una bodega, que los lugareños llaman cueva, en la localidad de Jiménez de Jamúz, en la provincia española de León. Su entrada está flanqueada por montes de encinas y, como fondo, una sierra verde de pinos que hacen de sus alrededores el paisaje ideal. A lo largo de los siglos han pasado por la zona, dejando racimos de sus vidas y su cultura, astures, romanos, visigodos y mozárabes.
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