Arte
Tamara de Lempicka
El 16 de mayo de 1898 nace Tamara de Lempicka, pintora polaca.
Es
muy difícil encontrar un artista que se haya destacado sobre el resto
de sus pares que no posea algún elemento en su vida personal
perturbador, dramático o de locura . Es como una fórmula casi perfecta para el éxito en el espinoso mundo del arte de todos los tiempos. Tamara de Lempicka no fue la excepción.
Los
datos que conocíamos durante su existencia son respecto a su pasado son
absoluta mentira, ella misma se encargó de dar una versión diferente a
cada pasajero de su vida por lo que años después se supo que nació bajo
el nombre de Tamara Gurwik-Gorska en el año 1895 en Moscú, Rusia.
Ella acusaba haber nacido en Varsovia, Polonia en 1898 fecha que en sus
últimos años cambió al 1902, no se sabe si fue por simple coquetería o
porque realmente, como la retratan sus biógrafos, era una gran
mentirosa.
Creció
en una familia adinerada y de pequeña descubrió su pasión por el arte
al viajar a Italia con su abuela. Esta sería su relación más duradera y
verdadera, la que mantendría con el arte. Se casó en 1916 con Tadeusz Lempicki y
tuvo una hija llamada Kizette, modelo recurrente en sus pinturas.
Divorciada de su primer esposo volvió a casarse en 1929 con un
coleccionista de su obra, el barón Raoul Kuffner y se radica en Estados
Unidos, allí pasará mayor parte de su vida para morir en Cuernavaca
ciudad de México en 1980.
Tamara fue una mujer rebelde, independiente, transgresora y liberal. Su
vida se encontraba rodeada por un mundo de excesos: la cocaína, las
orgías ocasionales y los amantes que parecían no tener límite. Toda su
vida llena de dramatismo autoinflingido se ve reflejado en sus obras.
El Art Decó fue la corriente que la vio triunfar. Las mujeres protagonistas de
sus cuadro son en su mayoría modelos reales que lograba plasmar entre
el cubismo, que no llega a ser arte abstracto, los colores llamativos,
los desnudos, los cuerpos voluminosos dignos de Botticelli, las
expresiones de gran profundidad representando la melancolía y decadencia
de la época del 30.
Lempicka
ha sido realmente una excelente captadora de los sentimientos de
quienes la rodeaban. Hombres y mujeres que pertenecían a su círculo
social lleno de hipocresía y promiscuidad. El reflejo de la tristeza,
las miradas perdidas, la soledad y las historias prohibidas sin duda son los grandes rasgos de sus obras más célebres.
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